Por Álvaro Vildoza
La anacronía de las burbujas de un champán servido en una copa y la mirada al espejo de una cámara se resuelve en un tenso caminar entre otras observaciones enmarcadas.
Es que es de esa forma como uno puede recorrer la exposición de retratos “No quiero irme a casa” de Luciana Demichelis. Ver y dejarse ver sin que importen los tiempos de exposición o los físicos, sin que apremien los relojes, los calendarios o las cartas o ficciones.
La joven fotógrafa inauguró el pasado viernes 16 su primera muestra individual bajo la dirección y auspicio de la Escuela de Arte y Oficios del Teatro Argentino (TAE). Es en las salas de Tannat, el bar de calle 10 esquina 53 donde se presentan sin timidez ni recelo varias historias resguardadas en las señales de las fotografías colgadas en alguna de sus paredes.
Todos pueden ser retratables, comenta Demichelis a Transeúntes. Todo puede armarse para que cuente una historia.Se la nota fascinada, aún después de haber preparado la escenografía de cada foto, aún después de haber accionado el obturador, haber impreso y armado todo, haber colgado cada mirada por ser mirada en los rincones. Todo es cuestión de tener ideas y saber llevarlas a cabo.
Luego de haber ingresado a la TAE en 2011 para cursar Iluminación, estudió allí mismo fotografía de moda con Gustavo Di Mario, gracias al pasaporte que le dieron sus fotos a gente común. “La moda es un vehículo para transmitir ideas y yo lo quería llevar a los retratos, que era algo que venía haciendo: iba por la calle y le sacaba fotos a gente, les decía te voy a sacar una foto y veía qué pasaba” cuenta Luciana.
A partir de un laboratorio de escritura con Marina Arias y Ulises Cremonte, la fotógrafa y alumna de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social, empezó a armar escenas de narraciones, pensando hasta los detalles mínimos para fotografiar estos “cuentos que querían ser fotos”. Después de una selección de material, los directores de la TAE propusieron a Demichelis realizar una muestra antes de fin de año.
Allí están, detrás de puertas, sobre las mesas y detrás de una barra, a centímetros de un horno gigante que trabaja. Son hombres y mujeres que inmortalizan relaciones, soledades, secretos y rictus diversos en una foto para que nosotros, con nuestras soledades, secretos y traducciones los encontremos y hagamos de un retrato un capítulo más, a cada paso, de una novela cambiante.