Argentina está cuarta en el ranking por siniestros viales en Latinoamérica. En los últimos 17 años murieron alrededor de 140 mil personas. Hoy familiares y diferentes organizaciones buscan concientizar visibilizando esas tragedias. Pintan Estrellas Amarillas en los lugares.
Por Daiana Gimenez
-Levantate- le decía Jorge a Jorge. Él no respondía; no podía.
Uno estaba de pie aunque borracho. El otro tendido en el suelo. Al costado su bicicleta, metros atrás su familia que llegaba desesperada.
-Levantate- seguía diciendo pero ahora sin piedad lo pateaba, insistiendo con el pedido.
La gente del barrio escuchó el impacto. El griterío. Salieron de sus casas. Vieron a dos vecinos; no era Jorge Ángel López, con grado 2 de alcoholemia, el otro era Jorge Grassi tirado en la esquina de Almafuerte y Austria. En ese cruce una estrella amarilla hoy lleva su nombre.
En distintas rutas y puntos del país la historia se repite de manera constante. Son otros los nombres y otras las historias, otros Jorges pero es la misma estrella.
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Ese domingo, al igual que muchos otros, Jorge Grassi había almorzado en la casa de sus suegros junto a su esposa y sus tres hijos. Por la tarde, tras la sobremesa, él se fue en bicicleta. Ellos por detrás en remis.
Esa misma tarde Jorge Ángel López había bebido de más, pero no le importó. Decidió manejar igual.
Ensenada está atravesada por el Canal Oeste, enfrente la avenida Almafuerte abre camino. Por ahí venia Grassi, un tipo robusto, de unos 37 años, trabajador municipal y Director Técnico de las inferiores del club donde jugaba su hijo mayor.
Llegando a la esquina de su propia casa a Jorge lo matan. López se llevó por delante a Grassi. La fuerza del auto lo levantó y su cabeza impactó con el techo del auto. El golpe le partió el cráneo y dos paros cardíacos después falleció.
El Jorge ebrio, después de golpearlo, intentó escapar en el auto que usaba como arma. Los vecinos, entre bronca y dolor, lo frenaron. No lo podían subir al auto de la borrachera que tenía. Una vez en el patrullero López fue a la comisaria. Estuvo un rato detenido: no para culparlo, si no para que se le pase la borrachera, y para que no lo agarren los vecinos; que manejara en ese estado, que lo pateara y que intente huir era motivo suficiente como para que los amigos de Grassi quieran darle unos cuantos golpes, pero solo sufrió una resaca.
Analia Grassi pinta. Se considera una artista decorativa. Es profesora. Sus cuadros, y los de sus alumnos, están colgados por su casa de artística ubicada en pleno centro de Berisso, que hace las veces de negocio y de taller. Ahí entre el olor a pintura, hay mujeres morenas de rasgos muy marcados, paisajes donde el agua corre y parece salir del cuadro, flores gigantes y delantales salpicados por doquier que sirven de escudo para cuando el arte ataca. Ella también tiene los rasgos marcados y por momentos la angustia le brota en ojos que contienen, al igual que sus cuadros, el agua que no quiere salir, pero que tampoco se puede disimular.
Pero la obra más significativa de Analia quizá no esté en su taller, sino en Ensenada, en la Avenida Almafuerte en el cruce con Austria, enfrente del canal.
Ella perdió a su hermano y el conductor sólo estuvo detenido un rato. Jorge murió en manos de “un asesino al volante, borracho y drogado, que sigue libre y seguirá libre” dice siete años después, mientras recorta papel adhesivo para unas letras de madera, con fuerza, con la impotencia que dan los recuerdos injustos. “Este era mi hermano” me dice acercándome un pequeño cuadro, que muestra de la imagen de un hombre morocho, con una sonrisa pequeña pero sonrisa al fin. “Esa foto la sacamos cuando mi hija cumplió un año” cuenta entre memorias y nostalgia.
Junto con amigos, vecinos y familiares, Analia organizó marchas para pedir justicia. Al principio eran muchos los que la acompañaban, con el tiempo fueron menos y menos. También hizo un blog y un diario que repartía por Ensenada con noticias de la zona y con estadísticas e información sobre vialidad. Lamentablemente nunca consiguió lo que pedía.
En su dolor, en su decepción, recurrió a las Madres del Dolor: “ahí me entero de como funciona la Justicia en estos casos, o mejor dicho como no funciona” dice la hermana de Jorge. También se puso en contacto con Teresa Mellano, integrante de la Red Nacional de Familiares de Víctimas de Tránsito quien le contó sobre una nueva campaña vial; Estrellas Amarillas.
Desde la experiencia, Analia sostiene que la cuestión está en comprometerse, pero que esto pocas veces sucede. “Si a mí el 23 de Junio, las Madres del Dolor, o Teresa, me hubiesen llamado para participar de algo de esto, seguramente no iba a tener tiempo, iba tener algo mejor que hacer. El 24 pasa esto y me doy cuenta que si uno no se involucra no hay solución”.
La Campaña Vial Estrellas Amarillas impulsada por Teresa Mellano junto con la Red y otras familias, consiste en pintar una estrella color amarilla en el lugar del accidente, no solo como homenaje a la víctima, sino también para generar conciencia. Teresa perdió a su hijo Paolo, un joven de 19 años, en septiembre del 2003, para el día del estudiante, cuando Federico Ferrazo corría una picada por las calles de Vicente López. 2 años después, pinta la primera estrella del país. En el 2007 se repinta esa estrella creando así la campaña “Estrellas Amarillas”.
Analia me cuenta del trabajo de Teresa, a la que pocas veces se le atribuye la idea de la campaña. Agarra su celular, y la llama para comentarle sobre ésta crónica y concordar una posible entrevista pero la charla se extiende. Le habla de un cartel. “No está más el cartel, nunca estuvo puesto” le dice. “Claro, yo quiero hacer el cartel. Me encantaría. Bueno voy a hacerlo, este año pongo el cartel. Dale, el 24 lo pongo” le asegura mientras corta. El 24 se cumplen 7 años de la muerte de Jorge, 7 años en que su asesino sigue libre. Para esa fecha piensa imitar una modalidad que se viene dando en Estrellas Amarillas; en vez de pintarlas, ahora también están haciendo señalíticas, puestas en las veredas, como las propias señales de tránsito, para visibilizar la cantidad de muertes que hay. La primera de estas señaliticas se colocó en Vicente Lopez, para los 7 años de la muerte de Paolo.
Hoy la campaña, además de ser declara de Interés Nacional por el senado, tiene adherentes en todo el país. Teresa cuenta que la idea de la campaña es que cada familiar pueda trabajar en su lugar, conociendo la problemática de la zona. Para ella, quienes quieren pueden “aportar su granito en educación y prevención, a través de la estrella, comprometiendo también a las autoridades del lugar”.
En los últimos 17 años fallecieron en Argentina por hechos viales, alrededor de 140 mil personas, según la Asociación Civil Luchemos Por la Vida. En 2012, murieron en promedio 28 argentinos por día. Lo que equivale a un aula escolar promedio por día, a 3 atentados a la AMIA por semana. Números que no dejan de ser impactantes. Muchos de esas muertes son visibles hoy gracias a Estrellas Amarillas.
En un comunicado, en el que adhieren 31 ONG relacionadas con vialidad, lanzado el Día de La Seguridad Vial, el 10 de junio(2010), se sostiene que la “justicia dilata las causas…los acusados son eximidos de prisión…los juicios abreviados, las penas en suspenso, o peor aún la Probation, hacen de la seguridad vial una quimera”. Debajo del comunicado, una gran lista de muertos por hechos viales, con detalles sobre sus causas. Muy pocos llegaron a prisión; otros ni siquiera llegaron a juicio.
-La justicia considera a los delitos de homicidios en tránsitos como delitos culposos- dice Teresa- Lamentablemente el obrar de ciertos sujetos, con total desprecio por la vida, deberían ser analizados en un marco diferente y sancionarse con condenas efectivas, cuando quien las cometió no hizo nada para evitarlos.
Oscar Albrieu (FpV), presidente de la Comisión de Legislación Penal, presentó un proyecto de ley que busca cambiar esta realidad modificando el artículo 84 del Código Penal y llevar de seis meses a cinco años e inhabilitación especial -por cinco a diez años- para quien “por imprudencia, negligencia, impericia en su arte o profesión o inobservancia de los reglamentos o de los deberes a su cargo, causare a otro la muerte”. Por otra parte, eleva el mínimo de la pena a dos años y seis meses y el máximo a seis años si las víctimas fatales fuesen más de una, o si el hecho hubiese sido ocasionado por la “conducción imprudente, negligente, inexperta, o antirreglamentaria de un vehículo automotor”.
Jorge Grassi, al igual que Paolo, falleció en un hecho vial, ya no en un accidente, sino en un incidente, producto de la imprudencia, de la negligencia. Estrellas Amarillas, considera que un accidente automovilístico debe ser considerado como tal, “cuando ocurre en circunstancias en que la velocidad que desarrolla el vehículo es la permitida, los cinturones colocados, el conductor en excelente estado y todas las otras precauciones que se deben tener en cuenta al asumir la conducción de un vehículo”. Cuando estas condiciones son vulneradas, deben ser llamados delitos viales.
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La lucha de Teresa es la de muchos familiares que no solo buscan justicia, sino que también creen que hay que generar conciencia para que no haya más estrellas pintadas.
Es la lucha de la Analia quien cada tanto vuelve a ir a Almafuerte y Austria. Cuando tiene las fuerzas y los ánimos necesarios. Lleva un tarro de pintura amarilla. La acompaña la gente que quería a su hermano, o la gente que la conoce a ella pero le gustaría que no fueran los únicos. Lo que hace le debería importar a Ensenada, porqué quien mató a su hermano sigue manejando. Ella igual va, “en algún momento a alguien le va a servir y le va a hacer click”, dice con seguridad.
Se sienta en la calle, ahí, en el lugar dónde murió su hermano. Saca un pincel, y lo moja en la pintura. Mientras lo pasa por el cemento pinta recuerdos. Cada pincelada es uno. Ir le remueve muchas cosas personales, cosas que vivió con él, cosas que él le decía. Lo extraña, se lo nota en la mirada, en las manos manchadas, en la lucha cargada, que al igual que esa estrella a veces se desgasta, pero ella siempre la vuelve a pintar, convencida que algo puede cambiar.