Doble T

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Por Daiana Gimenez

-Pasá pasá –dice Lucas Carattoli alejando a Raúl, su perro, mientras abre el garaje de lo que en apariencia es una casa común y corriente. Sin embargo es solo la puerta de entrada a otro mundo: atrás de ella se abre camino a un estudio donde se practica circo.

Carattoli se escribe con Doble T. Al igual que su personaje principal Alex Gretto. Su espacio, el  lugar donde ensaya, da shows y a hace las veces de escuela, se llama precisamente Doble T. Es un galpón grande donde se respira circo. Hay un escenario al fondo, donde además de los pinos para malabares, Lucas dejó una libreta para volcar ideas con una letra que no se entiende.

En la entrada de Doble T hay una camioneta y cerca de ella están todos los juegos de luces, un monociclo de un metro y medio y cajones con el nombre de su personaje. Viene de dar un show. Se lleva todas sus cosas, pero no siempre fue así. Empezó con tres pelotitas de tenis rellenas con arroz y envueltas con cinta. Después se hizo unas antorchas para hacer malabares (era un caño de aluminio con amianto y un mango) y un amigo bicicletero se armó un monociclo que se lo prestaba. Hoy por hoy tiene su equipo a base de esfuerzo “Arranque sin un peso. Nunca tuve plata para invertir. Pero ganaba $100 e invertía $50 en material y 50 para vivir” dice Carottoli en su oficina, pegada a su estudio y a su propia casa.

Alex Gretto hace malabares pero también anda en zancos, en monociclos, hace equilibrio con maderas arriba de un tarro que se mueve para todos lados, juega con grandes burbujas y con esferas trasparentes. También incorpora la tecnología usando proyectores y pantallas que duplican e incluso triplican al personaje. Para él “la tecnología por sí sola no tiene vida, pero si uno la usa como una herramienta para generar ilusión, magia o lo que vos quieras, me parece que ahí es interesante”.

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Lo que más le gusta de subir a un escenario es que el público juegue con él. En sus espectáculos no hay una cuarta pared, sino que él busca un ida y vuelta con la gente: los mira, les habla a la cara, se les acerca, los toca, se les sienta encima, les propone cosas para que participen. Para él no hay un límite tan estricto entre el escenario y la gente. El escenario se completa con la gente. Eso es algo que planteó de sus inicios “Cuando empecé a hacer shows no me cerraba mucho ésta cuestión de admiración por la técnica. Eso me parecía medio vacío, era exigente, incomodo”,  sus espectáculos pasan por otro lado: “por lo que vive el personaje, por el disfrute del personaje y como lo comparte con el público. La experiencia. Es como que importa más la persona, el malabarista, que los malabares”.

En su oficina hay distintos afiches de Alex Gretto, su alterego, donde se lo ve a Lucas de rojo y negro, rozando el ridículo, entre lo formal y lo informal, algo que lo remonta al pasado “de chico siempre me acuerdo que en mi casa mi viejo nunca le dio mucha bola a la ropa, siempre fue muy zaparrastroso”. Así se lo ve ahora a él arriba del escenario con lentes grandes que eran de su abuela y que cree que tienen que ver un poco con su pasado “nerd”. El pelo todo despeinado. Los pantalones cortados. Tiene un traje pero también usa zapatillas: “Son cosas que se contraponen y eso es entretenido de ver. Son polos opuestos, esa lucha interna. Esas contradicciones” dice un Carattolli sin caracterizar, que sin lentes y sin el traje, sigue siendo bastante parecido a ese personaje “nunca fui de ir a la peluquería, son mis pelos viste” cuenta entre risas.

En su familia no hay artistas, pero la forma de trabajar de sus padres lo marcó. La madre es maestra y el padre era arquitecto, los dos siempre trabajaron de manera independiente. “Mi viejo tuvo un proyecto donde estaba bastante fuera de sistema por como trabajaba. Él se encargaba de casi todo. Yo a ese formato de trabajo lo mame” Algo de eso hay en su impronta de trabajo; de saber un poco de todo, de trabajar de trabajar de forma independiente, de no depender de nadie más que su público.

Sus inicios

Cuando era un niño, nunca tuvo de interés en hacer circo, sin embargo en el 97 se metió en Tocando Fondo, la legendaria murga platense que ya lleva más de 15 años en escena, donde empezó a “hacer show en la calle a bailar, algo que nunca había hecho. Empecé a perder la vergüenza a ciertas cosas”.

Ese mismo año vio un espectáculo del Circo Du Soleil y le llamó la atención. Fue un referente, “fue algo que me gusto, más allá de que no es a lo que quería llegar quizá, lo veía como imposible, pero a nivel propuesta y estética, me pareció súper interesante y de alguna manera fue un referente para decir ‘de qué manera puedo hacer eso yo en mi realidad y en pequeña escala’” cuenta Lucas que ya lleva 13 años en el arte circense.

A los 18 fue a un encuentro de malabares y se encontró que quien lo coordinaba era Chacovachi un payaso que él había visto a los 8 años. “Un payaso particular, con un humor ácido, como que me gusto, con humor inteligente, muy trabajado. Me tocó, fue un payaso que aparte de hacerme reír me toco”

En ese momento Lucas estudiaba Geofísica, una carrera en la que le iba bien, le gustaba. Pero la murga fue ganando terreno; actuar, bailar, ensayar, salir, viajar, esa era la vida que tenían y que tanto lo seducía “cada vez me tiraba más la idea de dedicarme a hacer eso pero no había un destino; era hacer espectáculos en la calle a la gorra”, algo que no lo terminaba de convencer, le costaba tomar esa decisión porque “me decía ‘¿qué voy a hacer cuando tenga 40 años? Voy a estar trabajando en la calle a la gorra? No me va a dar más el cuerpo’. Eso me pesaba para tomar la decisión. En un momento deje de pensar en los 40 años y dije ‘quiero hacer esto hoy. Hoy hago esto y cuando tenga 40 veré’”.

Después de la murga se presentó en un casting de Comedia de la Provincia donde encontró una posibilidad de trabajo más concreta. El historial laboral de Caratolli pasa por distintos espectáculos callejeros, hasta teatros municipales, provinciales y nacionales, giras, eventos sociales, e incluso boliches.

Lucas recorrió muchos pueblos y afirma que son los ámbitos que más le gustan porque la gente suele entrar en juego más rápido y porque “todo le sorprende, son como todas cosas nuevas para ellos, no están tan habituados a ver este tipo de espectáculos y cuando lo ven realmente se sorprenden. Los chicos se quedan fascinados”

Disfrutándolo

Ahora apuesta a otro camino, por fuera de lo que es el clown. Hace 5 años que hace danza contemporánea y con esa experiencia está preparando un nuevo espectáculo donde “no tenga la necesidad de hablar y pueda trabajar mucho con el cuerpo, con la iluminación, con la puesta en escena”. Este “es un corte, van a ver danza contemporánea no peluca, no hay lente, no se llama Alex Gretto el personaje” adelanta Lucas, quien muchas veces se encontró encasillado en el clown.

“La verdad es que fui mucho, muchísimo más lejos del horizonte que iba a estar”, dice Lucas mirando el camino recorrido. “Me siento muy pleno, muy feliz con lo que hice, con lo que estoy haciendo. Disfrutándolo. Obviamente uno siempre va por más”.

Pasaron por aquí y dejaron su firma...

Alvaro Vildoza

Periodista y explorador audiovisual en Internet, siempre buscando hacer de Transeúntes, un sitio web innovador en la forma de contar el mundo.

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