Bajo el lema de que “la educación es un derecho y no un lujo”, María Elena Cruz lleva adelante el proyecto Movimiento Darte, cuyo objetivo es entregar cuadernos a todos los niños del país para que puedan estudiar. La joven emprendedora ha logrado apoyo y sustentabilidad gracias a un trabajo de dos años y ahora se prepara para un curso intensivo sobre negocios sociales.
Por Bárbara Dibene
Imágenes y edición: Álvaro Vildoza
Desde hace varios meses el departamento de María hace las veces de depósito y taller. Los papeles llenan cajas, las cajas estantes, y varios cuadernos (terminados y a medio armar) se exhiben en todos los espacios disponibles. Ella está feliz, aunque desearía tener un lugar más grande para aceptar todo el papel donado y poder alojar aún más personas los días de voluntariado.
La sencillez y utilidad social de su proyecto le hicieron ganar el aprecio de las personas y organizaciones a las que ayuda. El funcionamiento de Movimiento Darte consiste en confeccionar y regalar un cuaderno por cada cuaderno que logra vender. “El papel que utilizamos con los niños es reutilizado para que ellos entiendan el concepto del reciclado y empiecen a educarse en el cuidado del medio ambiente. En cambio, el papel de los que vendemos es de caña y sin blanquear”.
Otra de las diferencias en cuanto a los cuadernos tiene que ver con los artistas. Las portadas de los que están destinados para los niños son siempre diferentes, ya que se utilizan diseños que decenas de artistas le envían a María. “La idea es ayudarlos a darse a conocer, que circulen y tengan la oportunidad al menos una vez de ser portada”. En cambio, los cuadernos a la venta llevan diseños cedidos por artistas nacionales y internacionales, entre ellos: Tow Tomas y Joel Pashanga (Chile), Borneo (Venezuela), Rebe Martínez (España), Rulo González (México), Alexa Forero (Colombia), Natalia Molinero, Marta Bacci, Pandora Falcón y Gustavo De Marco (Argentina).
Hasta el día de hoy se han entregado más de 2.500 cuadernos que ya están en manos de niños de todo el país. Al principio, y no hace tanto, María hacía las entregas personalmente. Con el tiempo y gracias al trabajo colaborativo con las fundaciones Ruta 40, Desde tu lugar y Casa Grande pudo llegar más lejos, a otros pueblos y provincias más alejadas. “La elección de las personas a quienes vamos a ayudar se da fundamentalmente a través de ellos, pero nos llegan unos 20 correos por día. No podemos ayudarlos a todos porque no nos dan la infraestructura ni los costos. Qué más quisiera yo que llegar a todos los niños”.
María resalta que la fundación Ruta 40 hace un gran trabajo previo: “Ellos ya están trabajando reciclado en las escuelas, así que cuando lleguen los cuadernos van a tener un alto grado de información”. En cuanto a las demás escuelas, ella misma se encarga de contarles a las maestras de qué se trata el proyecto para que puedan transmitírselo a sus alumnos. “Más adelante la idea es poder escribirles una carta a los niños en la primera hoja del cuaderno para que sepan todo lo que significa, y puedan compartirlo con sus padres”.
Una oportunidad para crecer
Cuando estudiaba Publicidad en la Universidad de Morón, su profesor le planteó la consigna de “encontrarle solución a un problema”. María no imaginó todo lo que vendría tras una primera idea. Después de mucho trabajo logró cumplir varios objetivos: que todos los martes y jueves haya voluntarios en su casa-taller para armar cuadernos, que semanalmente le alcancen papel y que varios medios se interesen en su proyecto. Pero ella aún necesitaba aprender más para hacer que este negocio social sea sustentable, y la solución llegó de la mano de fundación Cáritas.
“Ellos me acercaron la propuesta de que un grupo de jóvenes de una universidad de Francia iban a capacitar a 18 personas a nivel global sobre negocios sociales. Enseguida pensé que era genial, bajé el formulario y me inscribí. ¡El 5 de marzo me avisaron que había quedado seleccionado y era la única en Argentina!”
Desde ese día y durante tres semanas, María recibe cinco horas de clases en su propia casa. “Andamos descalzados, cómodos. Paramos, tomamos algo. Es genial y agotador, estoy aprendiendo muchísimo de mi propio negocio”. Un vistazo en la enorme cartelera en la entrada de su departamento lo comprueba. Decenas de papelitos de colores detallan aspectos a analizar, rever, mejorar y conservar.
Yoann Amiel, Pierre Fillaudeau y Clemence García son los encargados del proyecto SoBee y los profesores de María. Ellos decidieron viajar durante un año alrededor del mundo y ayudar a 16 jóvenes emprendedores con proyectos de negocios sociales. A partir de reportajes y un análisis intensivo, esperan mejorar los aspectos fuertes y redefinir los más flojos para que todos ellos puedan seguir adelante.
María asegura que todo esto le llega en el momento justo: “Ya no sabía que hacer, para dónde ir, no conseguía apoyo y todos los cursos eran pagos, o para amigos de amigos”. Hoy su “hambre” de conocimiento se está haciendo posible en recompensa por su entusiasmo por la vida y su trabajo. Cuando finalice el curso espera poder hacer algo con eso y transmitírselo, en principio, a amigos con proyectos sociales y solidarios.
El año sigue con el objetivo de lograr entregar mil cuadernos antes de julio, lo cual no está muy lejos de la realidad. ya que hasta la fecha se llegó a la cifra de 642. La otra mitad del año, María espera tomarse un pequeño descanso para acomodar su negocio y poder seguir creciendo todavía más. Sin embargo, hay cosas que no van a cambiar, “el modo de trabajo siempre va a ser el del uno por uno, sino se acaba la empresa”.
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