“Concebimos el arte callejero como una acción de liberación individual y grupal, una expresión necesaria en cualquier ciudad, un hecho que cada día florece, irradia y se esparce en las grandes metrópolis del mundo.” Así definen lo que hacen los Creativos en Colmena, un colectivo venezolano de artistas que inspira en las calles y en las redes.
Por Lucía Errecart
Fotos: gentileza de los entrevistados
Bajo esta concepción de lo artístico, “en la que la creación más que un hecho individual se convierte en un todo verdaderamente posible”, un grupo de personas con diversos talentos y profesiones, formaron la Fundación Creativos en Colmena desde la que ponen su saber al servicio de las causas más nobles, focalizando en el hecho artístico la posibilidad de comunicar e interactuar con la gente.
Comenzaron realizando algunos murales por encargo y poco a poco se fueron dando cuenta del valor social que tenía ese trabajo y allí les surgió la idea de registrar audiovisualmente el proceso para mostrar a la comunidad a posteriori, como ejercicio reafirmante de los valores adquiridos.
Primero realizan una investigación previa de cada lugar en el que van a trabajar y luego intervienen en el espacio público mediante la premisa de combinar los estilos de varios artistas en una misma pieza, dando siempre la sensación de haber sido realizada por una sola persona.
Este colectivo artístico venezolano pretende retratar la realidad de las personas que viven allí y lograr que las obras los identifique para que se cree una conexión que genere sentido de pertenencia, autoestima y amor por el espacio propio y lo común.
“Involucramos a todo el que quiera participar en el proceso de elaboración de las piezas, ya que creemos que es la mejor manera de hacerles sentir el empoderamiento por la calle, donde también trabajamos con actividades de reciclaje y concientización en niños, jóvenes y adultos a través de actividades lúdicas cuyo efecto residual sea el de generar conciencia”, detalló Ada Seijas, miembro de la Fundación, en una entrevista con Transeúntes.
El equipo tiene como base aproximadamente doce personas en Venezuela y varios amigos alrededor del mundo con los que se comunican constantemente para intercambiar ideas, realizar asesoría en diversas disciplinas y para el trabajo en red, además de tener alianzas con varias empresas creativas, fundaciones y asociaciones culturales a nivel nacional e internacional. “En cada experiencia, los aciertos y los errores nos fueron dando un carácter y un concepto de trabajo que se fue solidificando ya que cada experiencia termina por transformarnos a nosotros mismos y hacernos crecer en todos los ámbitos”.
Lejos de erigirse como superhéroes, este grupo de personas creen que una de las mejores formas de combatir los problemas sociales es dar a las personas herramientas para crear su propio bienestar, ayudando a fabricar el éxito en la vida, lo que hace menos probable que una persona que sea feliz recurra a la injusticia social o a la violencia.
“Formamos parte de Creativos en Colmena porque nos hace felices, porque no hay nada como trabajar y conocer personas creativas que aporten su visión acerca de cómo se puede hacer algo de diferentes formas. Creo que este proyecto nos ayuda a tener la ilusión de crear una sociedad más empática y a experimentarla, porque estamos convencidos de que si uno cambia la manera de ver las cosas, las cosas cambian de forma”, enfatizó Ada.
El Yaque, encuentro de arte urbano
En 2013 la Fundación Creativos en Colmena decidieron embarcarse en la aventura de intervenir un pueblo de la Isla Margarita, que por un lado es un pequeño paraíso elegido por los deportistas que practican Kitesurf y windsurf, pero a su vez es un espacio cuya identidad está bien marcada por ser un asentamiento de pescadores, donde convergen realidades muy distintas en no más de dos km de pueblo.
“Era el lugar perfecto para elaborar un proyecto que tenga la posibilidad de demostrar cómo el arte es capaz de modificar realidades. Esta historia comenzó con la modesta idea de realizar un par de murales y terminó convirtiéndose en una macro intervención de 35 murales realizados a lo largo de la calle principal del pueblo para contar en las paredes de las casas cómo pasó de ser un rancherío de pescadores a una playa deportiva de renombre internacional”.
Como cada intervención artística, se trató de reflejar las costumbres y de retratar a sus personajes, crear talleres de reciclaje y materiales audiovisuales que alumbrasen de algún modo “realidades no tan glamorosas del llamado pueblo de campeones que fueron cambiando poco a poco y que hoy continúa en una transformación increíblemente positiva, porque a pesar de que aún no hemos terminado la intervención, la experiencia nos ha cambiado a todos y hemos generado lazos entrañables con los pobladores del lugar”.
A pesar de que en un principio resultó difícil, no sólo por las circunstancias del país de este último año sino también por el hecho de ser una actividad de vanguardia que la gente no entendía, el primer mural que hicieron en enero junto a los habitantes, resultó un éxito absoluto no sólo dentro del pueblo sino en toda la isla.
Es importante rescatar que este proyecto de autogestión, como tantos otros, cuenta sólo con la colaboración voluntaria de los empresarios hoteleros, restaurantes, vecinos de cada pueblo, instituciones gubernamentales, fundaciones y empresas privadas que donan material y todo lo que sea necesario para que este sueño colectivo se haga realidad.