Cuando éramos chicos todo parecía posible. Imaginábamos que podíamos volar, que las ciudades terminaban en una pared o que un monstruo con mucho pelo y ojos saltones nos observaba desde un rincón. Sí, éramos bastante creativos. Lo bueno es que cada tanto un adulto presta atención a un niño y suceden cosas maravillosas.
Por Bárbara Dibene
Imágenes: Cortesía de los entrevistados
“La idea de Mus Trus es interpretar esos primeros trazos, frescos y únicos del niño, producto de su amplia imaginación, para recrearlos con nuestros diferentes estilos, respetando cada nombre y descripción que nos brindan”. Así describe el proyecto Diego Lucia, quien junto a Ignacio Rodríguez y Emmanuel Chierchie trabajan desde hace varios meses en esta divertida y escalofriante fábrica de monstruos.
La inspiración vino del juego que inició el estadounidense Dave Devries en 1997 cuando comenzó a transformar los dibujos de su sobrina en una ilustración más realista. Con el tiempo, esta pequeña idea creció hasta terminar en la publicación del libro The Monster Engine (La máquina de monstruos), que reúne 48 trabajos.
“La mayor diferencia de ese proyecto y Mus Trus es que en nuestro caso no sólo repintamos el dibujo del nene sino que tomando la descripción y el nombre que los chicos nos mandan junto a su dibujo y hacemos una reinterpretación del monstruo”. Por eso es que pueden encontrarse cosas tan graciosas como la de Justina, de 9 años: “Este monstruo no tiene identidad. Es multicolor con 26 ojos, 8 manos, 2 pies, 3 lenguas y también un cuerpo con muchos puntos. Tiene 24 uñas”.
Diego y su equipo coinciden en que este tipo de descripciones se pueden ver bastante seguido. Los innumerables brazos y ojos, los colores chillones y el monstruo bueno son algunas de las características preferidas por los más chicos. “Cada vez que llega un nuevo participante, es como una entrega de premios, ya que hay una persona que se encarga de distribuir los nuevos dibujos a los ilustradores. No hay forma de saber cuál te va a tocar”.
Este contacto con la creatividad infantil (un poquito más de lejos que hace unas décadas) los hace felices y los llena de iniciativa. A través de los padres, encargados de ayudar a sus hijos a mandar sus creaciones, se enteran de cómo ellos se emocionan y se divierten. En breve, el contacto va a ser más fluido porque van a empezar con el taller infantil “Creación de monstruos”, donde podrán tener el gusto de conocer a los niños Mus Trus.
El éxito de las buenas ideas depende de la dedicación y de la pasión, dos cosas que en Mus Trus sobran. Para Diego, Ignacio y Emmanuel “dibujar es un placer y cuando el trabajo de uno puede hacer feliz a alguien, más todavía a un chico, es fantástico”.
Los ilustradores
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