El domingo pasado La Bomba de Tiempo presentó su primer DVD/CD “Vivo en Buenos Aires” convocando a cientos de personas en el mítico Luna Park y contando con la participación de invitados como Los Cafres, Metacaño, Miss Bolivia, IKV y el reconocido DJ Javier Zuker.
Por Bárbara Dibene
Fotos y video: Álvaro Vildoza
Guillermo Bonetto, el cantante de Los Cafres, se calza el delantal negro y va atrás de la improvisada barra para hacer una nota. A su alrededor van y vienen los músicos de La Bomba de Tiempo y de Metacaño, que hace un rato dejaron de ensayar y charlan entre ellos tomando gaseosa, agua o cerveza. El escenario listo y en apenas dos horas la gente va a ingresar al estadio.
“Noooo, guiso de lentejas, qué bueno” es la frase que se repite mientras la moza va entregando unos tarritos de telgopor que resultan muy cómodos. Por un rato el hambre vence y la mayoría se sienta en las sillas, banquitos y hasta en el suelo para estar tranquilos. A los chicos de Metacaño se los nota excitados, llegaron al fin a donde tanto querían.
“Cuando seamos famosos vamos a pedir bondiola, ese es nuestro sueño. Cuando saquemos el primer CD se va a llamar ‘It´s a bondiola time”, cuenta Sergio con seriedad cómica. “A Metacaño lo une la comida”, acotan varios que lo están escuchando y señalan a Maxi como el perfecto asador, que prometió cocinar un lechón para festejar el gran evento.
“Mi cuñado tiene uno, ¿se lo compro? Me dijo ‘acaricialo hoy que mañana ya no lo ves’” propone Rodrigo y todos lo aplauden. Varios ya están comiendo el tradicional postre vigilante y otros van por el brownie o las galletas dulces. Panza llena, corazón contento.
Del otro lado de la sala los fotógrafos descargan las fotos a una computadora y la community manager de La Bomba está atenta a las redes sociales. 23.30 se abrieron las puertas y el público ya está disfrutando de la música del DJ Javier Zuker. La productora no para de moverse, avisa horarios y sonríe a todo el mundo.
Los dieciséis integrantes de La Bomba de Tiempo, comidos, descansados y con mucha energía, empiezan el show puntualmente. Los aplausos, el baile y la alegría del público invaden el Luna que se convirtió en un gran boliche con invitados de lujo. Los primeros son Los Cafres. Los flashes de cámaras y celulares se unen a las luces de colores y a las pantallas donde se transmite el recital.
Una chica se contorsiona en uno de los pocos lugares despejado. Tiene los ojos cerrados y no para de moverse al ritmo de la percusión que va cada vez más rápido. A pocos metros, en las butacas, personas mayores (o jóvenes ya cansados) toman cerveza sentados y miran el espectáculo desde un ángulo diferente.
Después de Los Cafres llega IKV, el dúo conformado por Dante Spinetta y Emmanuel Horvilleur, que tocaron abrieron con “Abarájame”. Ellos cierran la primera parte de la noche y dejan paso a que Zuker siga musicalizando la fiesta.
En el área de descanso se juntan las remeras rojas y naranjas, en la próxima entrada La Bomba será acompañada por Metacaño, una banda formada a partir de un taller que promovió Richard Nant, trompetista y uno de los directores del grupo de percusión. “Mi deseo para ellos es que no dejen de tocar, que sigan tocando. Lo más importante para mí es haber formado un buen grupo humano, gente que se lleva bien y son amigos” asegura el músico, que es el orgulloso ‘padrino´ de los chicos.
Son más de las dos de la mañana y falta poco para su actuación. “Esta es una gran oportunidad”, dicen respecto a esta noche y por eso llevaron folletos para entregar después con las próximas fechas. “Hay que aprovechar el empujón”, afirma Tomás, a quien sus compañeros describen como el más “serio e institucional”, pero que sólo aparenta ser muy organizado.
“En diez los vengo a buscar”. La productora pasa fugaz, les avisa y vuelve al escenario donde La Bomba se prepara para recibirlos. Richard Nant será el director, como en los primeros tiempos de Metacaño, y cuando todo está listo comienza el conteo. “1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9,10…me falta uno”, grita la productora mientras cuenta a los integrantes del grupo. “Acá, acá, el 11, Juan Sebastián Verón”, avisa Esteban, que se había quedado un poco atrás.
Ya en el escenario, La Bomba brilla como siempre y da un espectáculo tremendo. Metacaño toca como con una energía contenida. La gente aplaude, sigue bailando, y los saxos, la tuba, las trompetas y trombones se conjugan con la percusión. Todos están felices, el Luna es una fiesta.
Mientras tanto, en los camarines, Paz Ferreyra, más conocida como Miss Bolivia se prepara. A su música la definen como fusión entre hip hop, reggae, dancehall y cumbia; muchos la conocen y otros tantos la conocerán esta noche. Se la ve entusiasmada junto a su compañera y su bailarina, que se maquilla frente al espejo.
Cuando Metacaño vuelve a los camarines a dejar los instrumentos no pueden creer lo que acaba de pasar: “¡Tocamos en el Luna!”. Y ahora sí, todos más relajados van del lado del público a ver a Miss Bolivia, presentarse con el público y entregar sus folletos.
— ¡Vamos gente, a ver cómo se mueven! —alienta Miss Bolivia. El público lleva más de cuatro horas bailando sin parar pero responde.
En camarines, al terminar, Paz se pregunta con voz dulce, contrastante con la personalidad avasallante que estuvo en el escenario, “¿Salió bien? Porque yo no escuchaba nada”.
La Bomba se extiende y toca más de lo esperado para alegría de quienes se quedaron hasta el final. Son más de las cinco de la mañana pero todavía están los que siguen bailando y refrescándose con cerveza como al principio.
—¡Gracias por venir, muchas gracias. Hoy estamos presentando nuestro primer DVD y quisimos traerlo acá!—. El último en dirigir al grupo se despide y finalmente, después de una gran ovación, todos pueden descansar después de más de diez horas de trabajo para hacer de este show, la fiesta del año.
Cuando conocí a Metacaño pensé instantáneamente en mostrar la magia de la música irrepetible, dejar documentado en imágenes audiovisuales no sólo el momento de la interpretación, cuando confluyen las señas del director con la improvisación de los instrumentos, sino también la historia del grupo, la previa del espectáculo, los ensayos y la energía que hay detrás de tan tremenda experiencia audible. Fuimos a ver al grupo a Lucamba pero las luces eran insuficientes para lograr un material de calidad.
Gracias la coordinación de Luciana, a los permisos de las productoras de La Bomba y a la buena onda de los músicos, pudimos registrar el último ensayo antes del espectáculo, las horas de espera para salir al escenario y la mismísima tocada que dirigió Richard Nant. De ahora en más, quedan por hacer algunas entrevistas y grabar un poco más de música. Estos chicos son 11 genios, cada uno con su toque particular que, espero, pueda transmitirse en el futuro documental de Transeúntes. Acá va el adelanto:
