Hace más de 40 años, la Secretaría de Transporte de la Nación reglamentó que todos los estudiantes y docentes del país iban a obtener un descuento del 20% en pasajes de larga distancia. El problema fue que la falta de especificidad en ciertas cuestiones permitió que con el tiempo muchas empresas restringieran el beneficio en forma arbitraria.
La resolución del 1972 establece claramente que el descuento rige durante todo el año lectivo, sin límites de recorrido, y con la única condición de presentar la libreta universitaria y un certificado de alumno regular. Sin embargo no hace salvedades en cuanto, por ejemplo, al tipo de servicio a utilizar, y esta es una de las mayores causas de conflicto con los estudiantes.
“Es política (o no) de la empresa” es la primera excusa del empleado de cualquier boletería. En General Urquiza, por ejemplo, ante un reciente intento de compra se nos deja claro que el descuento sólo es aplicable al servicio más económico. Nosotros no lo creemos y nos dirigimos a la Comisión Nacional de Regulación del Transporte (CNRT), un ente autárquico que se encarga de regular y controlar todo este tipo de situaciones. Allí, en la sede de la terminal de La Plata, nos dicen: “En la resolución no se especifica que tiene que ser en uno u otro servicio. En cualquiera de los servicios te lo pueden, te lo tienen que hacer”. Luego nos invitan a seguir el procedimiento, que puede durar hasta 90 días, de reclamar para que ellos le realicen un acta a quien infrinja la ley y esperar que se nos devuelva el monto (si es que lo compramos) o que la empresa sea intimada a vendernos el pasaje al valor correspondiente.
Uno de los primeros problemas es que muchas veces los usuarios evitan este tipo de “burocracias” y terminan pagando el pasaje con las condiciones que la empresa determine. Ana Belén es de Tucumán, pero vive en Rosario y regularmente se traslada de un lugar a otro. Su caso con Flechabus también fue conflictivo en cuanto al servicio que ella era quería utilizar, y que le negaron: “Pedí el semicama no sólo porque era más barato sino porque tenía un horario que a mí me convenía. Era el horario más tarde de la noche y yo tenía tiempo de llegar a tomar el ómnibus. Si tomaba el ejecutivo era dos horas más temprano y no llegaba. Entonces me he conformado con ir en el servicio más económico y que encima no me hagan el descuento”.
Durante estos últimos años ha habido intentos de una actualización de la resolución, más integral y clara sobre este asunto, pero ninguna logró reglamentarse. Actualmente, desde la Federación Universitaria de La Plata (FULP) se está acompañando el tratamiento de una ley provincial de boleto educativo para servicios de media y larga distancia. Darío Estévez, presidente de la Federación, es contundente: “Hay muy poca regulación de los colectivos, subsidios increíblemente millonarios con un nulo control sobre qué se hace con esa plata o lo que no se hace (…) No hay un subsidio específico para boleto universitario pero sí hay mucho apoyo en general y una regulación que dice que hay dar boleto universitario. Se supone que si el estado da subsidios es para que haya acciones”.
Aunque esta ley está avanzando, ya se encontró con un problema enorme: ¿cómo será sustentada económicamente? Según las estimaciones que circulan, se necesitarían 250 mil millones de pesos para poder poner en marcha la política de descuentos y el proyecto nunca pasó por la Cámara de Presupuesto de la Cámara Baja.
Desde el lado de las empresas, Gustavo Gaona, responsable de relaciones institucionales de la Cámara de Ómnibus de Larga Distancia (CELADI), reflexiona sobre la política de subsidios: “En los últimos años apenas el 4% del boleto estaba subsidiado, es decir que el pasajero pagaba el 96%. En el año 2012 al único que se le quitó el subsidio fue al ómnibus de larga distancia y esto lo llevó a que tuviera que competir en condiciones diferentes contra una tarifa de avión altísimamente subsidiada”.
Para la mayoría de nosotros no es extraño comparar y realmente sentir que no hay diferencia económica en cuanto a sacar un boleto en colectivo o en avión, y esa sensación repercute fuertemente en el sector. “Si bien hoy estamos hablando de una cifra de 46 millones de pasajeros al año, hubo una reducción de un 25% en los últimos tres años. Entonces se le pidió al Estado que tenía que encontrar una solución. Nosotros no estamos ni a favor ni en contra de los subsidios, pero sí tiene que haber es una política equilibrada en el transporte (…) Finalmente el Estado comprendió y lo que hizo fue compensar al ómnibus en esas plazas donde el avión le compite deslealmente”.
Con respecto al boleto con descuento universitario, Gustavo confirma que eso forma parte de los gastos de la empresa, al igual que un 60% del costo de un pasaje gratuito por discapacidad porque sólo el 40% es compensado.“Bienvenida la discusión (de un boleto gratuito) si se da, pero hay que darla en serio, porque si no es el propio usuario que con esfuerzo paga su boleto quien termina financiando por ahí esta medida, y de la que muchas veces hay alguien que se lleva rédito político por sacar una ley que dice que ahora todos viajamos gratis… pero alguien lo termina pagando”.
Aunque momentáneamente se pueda tomar partido por empresas o usuarios, la realidad es que eso debería pasar a un segundo plano porque el transporte es un servicio público y un derecho, y lo importante es que mantenga su naturaleza. Para Juan Manuel Troncoso, abogado, aunque comprendamos las crisis económicas eso no habilita a ninguna empresa a incumplir con una resolución vigente: “Lo que puede hacer la empresa es presentar una declaración al ente explicando su situación (…) Después puede haber otra resolución o ley que te diga bueno, poné el descuento al 10% durante 6 meses. Una resolución incluso de la propia Secretaria de Transporte o del ente regulador que diga que en el período de crisis dado por el aumento de la nafta, o porque entra mercadería importada en cuanto a las unidades, por seis meses el descuento va a ser sólo 10%… pero sería momentáneo, es hasta que la empresa supere la situación y se acomode. Porque si ellos tienen conflictos el resto de la gente también, y ellos son una empresa y la gente la pelea sola”.