El 12 de octubre por la tarde una columna de unas cien personas irrumpió en el tradicional desfile de los inmigrantes en reclamo por las obras del Puerto que afectan directamente al monte ribereño.
Por Noel Miranda
“No se vende, la tierra se defiende”, fue el canto que la multitud invocó al ingresar sorpresivamente al tradicional desfile de las colectividades en el marco de la Fiesta del Inmigrante en Berisso que comenzó el pasado 4 de septiembre y culminó ayer.
En su mayoría vestidos con mamelucos blancos y barbijos, los manifestantes marcharon a paso lento con una bandera por delante que los identificaba como la “colectividad de los contaminados”, mientras algunas personas desde las veredas aledañas se sumaban al reclamo con aplausos. Al llegar al palco, “los contaminados” se detuvieron frente a las autoridades y exigieron el micrófono para leer al público un manifiesto que explica el avasallamiento de las obras del puerto sobre el monte ribereño. Frente a la negativa, uno de los miembros de la colectividad de los contaminados leyó el manifiesto a pura voz, mientras desde el palco provenían insultos por parte de algunos acompañantes de los funcionarios públicos.
En el manifiesto, las distintas agrupaciones de vecinos afirmaron: “lo importante es que nos escuche el pueblo de Berisso. Nos presentamos como colectividad en este encuentro de las identidades para contar la realidad de la impunidad y corrupción que une a un interés económico de un grupo muy reducido operando sobre la integridad de un ambiente que está hace muchos años antes que nosotros, un paisaje que acompaña a los berissenses nacidos acá y también a los que bajaron de los barcos”.
Pasados diez minutos, el clima comenzó a crisparse y la policía hizo un cordón para separar a los manifestantes del palco donde se encontraba el intendente de Berisso, Enrique Slezack. Finalmente, la colectividad de los contaminados se retiro pacíficamente.
Unos minutos más tarde se desarrolló otra acción de reclamo en frente de la empresa Tecplata, que se encarga de la obra del puerto. En las paredes del edificio se escribieron consignas como “el monte no se vende” y “no a la entrega del monte”. Si bien estas pintadas están desvinculadas de la colectividad de los contaminados, fue por el mismo motivo, el desmonte ribereño.
Al finalizar el desfile, el manifestante Gabriel Ramello, en comunicación con Transeúntes, aseguró que estaban satisfechos con la movilización y destacó la organización de los vecinos, “por lo pronto me parece muy positivo desde el hecho organizativo, somos de diferentes colectivos, venimos de diferentes lugares, Villa Elisa, Parque Pereyra, Berisso, Ensenada, gente de Capital y de La Plata y nuclear, organizar y trabajar específicamente eso ya es muy positivo”. Además subrayó el recibimiento de la gente a la movilización durante el desfile, que se sumo con aplausos al reclamo de los manifestantes, “ese fue un objetivo, comunicarles a la gente lo que sucede” y en cuanto a los abucheos desde el palco, Gabriel mencionó “era de esperarse, los matones del municipio y gobernación queriendo acallar a una manifestación espontanea”.
Historia de una lucha
Es valedero destacar que la lucha de los manifestantes por el desmonte tiene ya varios años. La agrupación originaria “grupo pro terraplén ecológico” en el año 2010 se convocó a raíz de un cambio en el trazado original del terraplén costero que afectaba, sin razón alguna, a terrenos de productores que desde hace décadas trabajan en esa zona del monte, cultivando frutos como uvas y ciruelas, además de forestales entre los que se destacan el sauce y el álamo. Según comentaron en aquella oportunidad, no sabían qué sucedía, es decir, no contaban con información sobre la obra y cómo ésta iba a afectar ni más ni menos que al monte donde vivían. En ningún momento los vecinos fueron notificados al respecto, ni mucho menos consultados sobre su parecer, a pesar de ser perjudicados directamente por la obra.
Como consecuencia de su reclamo, el grupo “pro terraplén ecológico” consigue que la obra vuelva al trazado original. Un tiempo después, las topadoras arrasan nuevamente con el terreno de otro de los productores y se impulsa la re activación de la lucha por parte de los vecinos. Surge la “asamblea de vecinos y productores familiares auto convocados en defensa del monte ribereño”, que luego será “asamblea salvemos al monte”. Ésta última propuso tres aristas de trabajo: jornadas culturales de difusión, conocimiento técnico legal y asesoramiento de especialistas ambientales y además, jornadas de trabajo en el monte. Si bien los primeros dos objetivos los pudieron vincular, el tercer punto quedó relegado y por ello se conformó de manera autónoma el espacio de las “mingas” impulsadas por productores ribereños y activistas que tienen como objetivo solidarizarse con la labor de los productores en el monte y difundir una relación integral con la tierra y sus habitantes. Otro espacio autónomo de trabajo que comenzó su desarrollo este año, se trata del “Centro de Estudios La Ribera”, que se conformó con el fin de desarrollar estudios ambientales para la protección del monte ribereño.
De esta manera, podemos vislumbrar que la lucha ya tiene un proceso que no se apacigua a pesar de los oídos sordos de algunos funcionarios y la inoperancia de los organismos correspondientes que perjudican con la entrega de tierras a los habitantes del Monte, Berisso y Ensenada, sólo con fines comerciales por sobre la vida de las personas y de todos los seres vivos que habitan el ecosistema ribereño.
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