“Los límites invisibles”, un libro para pensar(nos) en relación al otro

Platense, estudiante de Filosofía, viajero, músico, coreuta y escritor son algunas de las palabras que pueden definir a Ignacio Avendaño, autor de una nueva novela que presentó recientemente en El Espacio.

 

Por Bárbara Dibene

Ignacio Avendaño escribe desde chico, cuando descubrió que le gustaba idear argumentos para las historias que se inventaba y las dejaba en papel para no perderlas. Pero recién a los 17 años, recuerda, comenzó a plasmar cosas más pensadas como cuentos. Un año antes se había volcado a la lectura, ya que admite que su perfil lector se desarrolló tarde, y se encariñó con libros como La isla del tesoro de Robert Louis Stevenson que pasaron a formar parte de su identidad.

Ahora él es quien se atreve a escribir y ofrece al lector “Los límites invisibles”, una novela en la que trabajó durante tres años con “un severo grado de desorganización y locura”, bromea, pero que con constancia ordenó para convertir en el libro que presentó recientemente en El Espacio ((diag 78 esq 6 y 59).

“El placer de ver la hoja en blanco y después ver cómo la hoja se llena no sé si se puede explicar. Significa que vos por fin tenés ese concepto por una de sus patas al menos, empezás sentir que lo contemplás desde alguna esquina”, cuenta Ignacio, para quien la palabra es algo sumamente importante, ya que es la mejor forma que encontró para procesar algunas ideas y liberarse.

“La palabra tiene que ver directamente con nuestra percepción del mundo (…) a medida que uno va adquiriendo más términos para definir diferentes matices de la realidad, va teniendo más elementos para explicar y explicarse lo que siente, lo que pasa”, reflexiona el autor, que agrega que “la palabra es como un puente entre lo que uno es el interior más oscuro, la famosa caja negra, el inconsciente freudiano, hacia el mundo”.

Este gran valor de la palabra y su impacto en la individualidad –cómo nos pensamos y nos definimos, cómo observamos la realidad- y en lo colectivo, queda plasmado en Los límites invisibles, donde el “otro” limita y habilita todo el tiempo sin que sea algo tan claro. En ese sentido, Ignacio “deja” en la obra muchas de sus experiencias, inquietudes y reflexiones.

¿Cómo se define el autor? En pocas palabras cuenta que estudia filosofía, pero dice que vagó por las carreras de composición musical, traductorado de francés y profesorado de letras. También trabajó en atención al cliente, taller, maestro particular y cocinero. Y lo más notable es que “viajó tanto como pudo y se encerró siempre que hizo falta”.

Finalmente, respecto a la literatura asegura que el placer que encuentra en ella “es generar la obra de arte más que lo que podría llamarse éxito”. Está abierto a las devoluciones e incluso en este sentido, al igual que con su obra, no cree que sean algo cerrado, sino que espera nuevas recepciones de los mismos lectores. Todo está en movimiento.

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