Juan Arabel: sonidos riojanos que viajan para encontrarse

Ha compartido caminos y escenarios junto a grandes referentes y compañeros de la nueva generación de compositores argentinos que mantienen vivo el fuego de la música popular. Riojano con base en Córdoba, Juan Arabel presenta su disco “Un ínfimo hilo de luz”, en el que la raíz de su folclore se encuentra con una sonoridad urbana y jazzera. Llega a La Plata a tocar por primera vez, junto a Seba Cayre, el sábado 25 de noviembre en La Salamanca (10 y 60).

 

Por Álvaro Vildoza

El “Patio de la Piri”, escenario alternativo del Festival de Cosquín cuando las veladas en la plaza y las peñas terminaron, fue quizás el lugar en el que entre canciones se conocieron Seba Cayre, cantor bonaerense, y el riojano Juan Arabel. En pocos días se dará por fin, el encuentro que organizan desde mitad de año, en el escenario de La Salamanca.

Para Juan, La Plata es una ciudad en la que la música popular ha sido legitimada, por tradición, público y presencia académica, y eso la convierte en especial para los compositores como él. La intriga lo invade porque después de siete años desde que salió su primer disco, “Semillas”, conocerá la ciudad de la que tantos hablan.

“Es todo nuevo. Tiene un sentido especial, ir por primera vez a un lugar con tu música es todo un desafío. Me pone muy feliz, porque además sé que en La Plata se respira mucho la música popular -explica-. No sé si es por las instituciones que hay, con las carreras de dirección coral y orquestal. También hay muchos artistas que hoy están en la movida y son muy importantes en la música popular y han surgido de ahí.”

Formado en la Universidad Nacional de Córdoba y egresado de la licenciatura en Composición Musical, Juan sostiene que su universidad también han sido la calle, el oído atento y desprejuiciado en la búsqueda de géneros y estéticas. “Siempre adapté todo conocimiento al que accedía, lo volcaba en el folclore, en mi música. No separo mi vida estudiantil de la vida profesional, de los escenarios. Se ha ido retroalimentando”.

En “Un ínfimo hilo de luz” se sincretizan las marcas de la urbanidad y los timbres de un armado instrumental en cuarteto jazzero, con la raíz vidalera y el golpe de la caja chayera. El disco es el resultado de la unión con el productor y músico Fede Lucero, que venía de hacer jazz: “Él buscaba en mi folclore un encuentro, encontrarse con la música argentina. Esa doble necesidad de cada uno empezó a  tener como consecuencia el nacimiento de este proyecto”.

“Naturalmente hay una resignificación de muchas cosas, de la nostalgia, del arraigo. Por otro lado, cómo me veo yo en la sociedad, con mi rol de músico y para dónde apunto, qué es lo que quiero decir. Todas esas preguntas surgieron después del primer disco cuando empecé esta nueva búsqueda sonora. Quise sonar más urbano, mezclarme con otras músicas, que sea más jazzero, más rockero. Eso inevitablemente trae aparejado insertarse en un mundo estético que yo no conocía tanto. Fue todo un desafío y un cambio muy grande”.

El disco salido en 2016 lleva una carga emocional personal muy profunda para su autor, y es al mismo tiempo, el principio de un camino en el que asegura haber encontrado su voz como artista. “El quiebre más grande fue cuando empecé a tener la necesidad de hablar sobre el Famatina y toda la movilización social que se dio en contra de la megaminería. Me sensibilizó. Antes no había escrito cosas con respecto a lo que pasa en una sociedad. Era hablar del mundo, de cómo miramos la vorágine de los días. Ahí empezó a picarme el bichito y empecé a escribir. Nació “Un ínfimo hilo de luz”, que es la que lleva el título el disco, y ahí empecé a escribir más con una visión un poco más universal”.

Caminos que se enseñan

A la voz autoral no se llega fácilmente y el anhelo por alcanzarla se sostuvo en Arabel gracias a la generosidad de los grandes referentes del folclore en su provincia natal. “En el caso de los riojanos, nosotros somos unos privilegiados porque tenemos unos artistas tremendos, con mucho camino andado. Yo los he tenido como ídolos toda mi vida a Pancho Cabral, a Pica Juárez. Escuchaba sus discos, su música, analizaba su poesía. Lo mismo con el Negro Matta, los Chazarreta, Luis, Julio. Toda gente que yo escucho de chico y eran ídolos para mí. Yo quería ser como ellos”.

Juan destaca que de la carrera y el sonido madurado de estos artistas aprendió mucho. La “escuela” que han formado las generaciones que sufrieron la última dictadura, las persecuciones y el exilio, y la de músicos independientes posteriores que padecieron los años 90, ha formado en los jóvenes una manera de ver la música riojana y entablar lazos entre los artistas que él subraya con respeto y gratitud.

“Cuando empecé a tener un poco más de conciencia artística, dije ‘sí, quiero ser como ellos, pero para ser como ellos hay que trabajar mucho’. Y el mejor ejemplo es ese. Haber logrado una manera propia de decir las cosas, que la tienen los grandes artistas, y que siempre van evolucionando”.

Los patios, una vez más, son lugares de reunión, escucha y creación. Es que allí donde Pancho Cabral celebra la chaya en febrero, durante el año también es escenario de noches para compartir música. “Yo le muestro mis cosas, a él le encanta estrenar canciones primero con nosotros -cuenta Juan, y agrega -Se da de una manera muy espontánea y muy genuina. Cuando yo voy a La Rioja, muchas veces me voy para su patio, tomamos un vino, cenamos, sale la guitarra y empezamos a mostrar en qué andamos”.

De esos caminos de música y crecimiento sabe Pancho Cabral, que encuentra en la generación de Juan, de Ramiro González, Matías Ortiz Sosa, María “La Bruja” Salguero, Gloria de la Vega, Memi Vietto y otros jóvenes intérpretes, un motivo de orgullo para hablar de La Rioja. El sentirse referente por su obra y trayectoria es un camino que él mismo eligió y que lleva con responsabilidad, afirma. “Es un latir en la misma frecuencia, yo me nutro de ellos y mis canciones se sienten fortificadas por sus arreglos, sus sugerencias”.

Con respecto a las creaciones de Juan, Pancho destaca la obra que compuso para su tesis de licenciatura, una ópera folclórica estrenada a sala llena en el Teatro San Martín de la ciudad de Córdoba con libro del poeta vanguardista riojano Ariel Ferraro titulado  “Los alfareros de la sangre”. “Hay que llenar el San Martín, y eso demuestra su criterio, ese joven es un buen lector y ha puesto su impronta”.

Destacado a nivel nacional e internacional, Pancho Cabral se encuentra proyectando su nuevo disco “Solar de Albahaca”, que contará con varios invitados, entre ellos Juan. “Nos estamos juntando las generaciones y construyendo para el futuro. No sé si es mucho, pero poco no es”.

La unión como fuente de creación y difusión

“Cuando estoy en el escenario me dan ganas de producir y cuando estoy produciendo me dan ganas de estar en el escenario”, reconoce Juan y es que en su rol de productor estuvo trabajando todo este año con Josho González y con Memi Vietto, ambos riojanos, en sus nuevos discos.

Al mismo tiempo, con el disco encima y el nuevo EP “Amar la tierra”, con cuatro canciones que continúan con la misma línea poética e instrumental, Juan recorre los escenarios a los que llega gracias al encuentro con otros músicos independientes. Antes de La Plata se presentó en Lomas de Zamora junto al anfitrión Mariano Vidal y TAUMÁ trío. “ Lo que está pasando está buenísimo. Hemos aprendido de una cierta necesidad de supervivencia que surgió en estas épocas anteriores. Hoy, en este panorama negro, en el que cada vez cierran más lugares y todo se encarece, nos apoyamos entre nosotros”.

Los escenarios también son virtuales. Con sus discos subidos a plataformas como Spotify, Soundcloud y YouTube, su música lo ha contactado con gente de Colombia, desde donde le escribieron para que compusiera música para un cortometraje, Brasil, España y Estados Unidos, donde sus canciones son transmitidas frecuentemente por una radio de Cincinnati.

 

Pasaron por aquí y dejaron su firma...

Alvaro Vildoza

Periodista y explorador audiovisual en Internet, siempre buscando hacer de Transeúntes, un sitio web innovador en la forma de contar el mundo.

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