Alex Appella es escritora y encuadernadora. Hace más de 20 años llegó a Córdoba desde Estados Unidos para descubrir con su tío abuelo la historia de su familia y responder por fin algunas preguntas. Entonces, su vida cambió. Lo que aprendió lo plasmó en un libro de collages, donde los recuerdos invitan a reflexionar sobre la identidad. Hoy su historia viaja de escuela en escuela proponiendo a los estudiantes indagar su propia historia.
Por Bárbara Dibene
Fotos: página oficial en Facebook de la entrevistada
“La memoria, la memoria se va apagando. La palabra escrita no”, decía János, un hombre que durante décadas mantuvo oculta, a resguardo del dolor, su identidad familiar. Un hombre que en 1949 emigró de Transilvania a Argentina dejando atrás los horrores de la guerra y la persecusión. Un hombre que falleció después de abrir su corazón y sus recuerdos a su sobrina nieta, que puso en juego toda su fortaleza y creatividad para mantenerlos vivos.
Alex Appella -la joven depositaria del gran desafío- nació en Estados Unidos, en un pueblo al este de Oregon, y allí pasó sus primeros veinte años, hasta que en 1994 decidió viajar a la provincia de Córdoba y encontrarse con el hermano de su abuelo. Era entonces una joven universitaria que se encontraba realizando una exhaustiva investigación sobre la historia de su familia. Aquel tema la intrigó desde muy pequeña, cuando en su casa apareció una fotografía en blanco y negro de cuatro niños, y su madre sólo pudo identificar tres rostros: el de sus tíos János e Imre, y el de una tía fallecida en la Segunda Guerra Mundial, ¿quién era el cuarto?
“En mi viaje a Argentina pensaba ¿me recibirá? mi tío abuelo era muy bravo y temía que no quisiera hablar. Tenía una gran intriga sobre lo que me iba a encontrar”, cuenta Alex a Transeúntes. “Mi plan B era avanzar en mi investigación con mis tías abuelas, pero afortunadamente él estuvo muy dispuesto. Aunque iba y venía en su deseo de hablar estuvimos trabajando durante muchos meses durante los años 1995 y 1996”.
Es así que Alex descubrió que el cuarto rostro era un hermano más, Arpád, que su familia era judía, que habían perdido varios familiares durante el Holocausto y que por esas atrocidades, los hermanos habían decidido ocultar su religión al emigrar. “János empezó lo más atrás posible su relato, sabía lo que quería contarme. Quiso rescatar la memoria de todos los que habían muerto. Por eso me contaba qué les gustaba hacer, sus comidas predilectas, sus tradiciones”.
La historia de un libro (y de una vida)
János falleció en 2003 pasando los 90 años y dejó en su sobrina nieta la semilla de un proyecto. “Si él no pudo irse sin contar todo lo que recordaba, menos yo”, asegura Alex, que pasó dos años intentando escribir una novela con la información que tenía, pero esa no era “su voz”. Además de definirse como escritora, ella dice que el collage siempre fue una forma que encontró para expresarse, ¿entonces por qué no usar esa técnica?
En 2006 Alex le dio vida a “The János Book”, un enorme libro -literalmente, mide 1,40 metros extendido- con collages a todo color, que integran texto, testimonios, fotografías, cartas originales, cuadros y recuerdos. Y tiempo después, en 2012, fue traducido y editado en una versión más accesible que comenzó a difundirse en Córdoba y se llama “Entonces el libro”. Para entonces, Alex ya estaba instalada en el Valle de Punilla, en San Antonio de Arredondo, donde en pocas palabras, encontró su lugar.
“János llegó a leer una primera versión del libro, que estaba en inglés así que yo le iba traduciendo. Lloró. Y al final me dijo: ‘lo tenemos que quemar’. Pero fue su mujer la que intervino, muy emocionada, y dijo ‘no, es una obra de arte’”, recuerda Alex, y explica que el temor de su tío abuelo era que lo que la gente iba a pensar de su engaño, que en principio respondió a la necesidad de dejar el dolor y la discriminación atrás.
Un giro inesperado
Al poco tiempo de que el libro comenzara a venderse, Alex recibió mensajes de docentes que le decían que estaban usándolo en el aula. Esto la sorprendió enormemente, ya que ni ella ni su tío abuelo se imaginaron que el producto de su trabajo podría ser utilizado como un material didáctico y “que eso tan oscuro pudiera transformarse en algo luminoso”.
Alex, decidida a hacer algo con este giro en su vida, comenzó el proyecto de las bibliotecas ambulantes, que ya visitaron más de 150 instituciones y que ella organiza hace seis años gracias a campañas de financiamiento colectivo. La iniciativa consta de cuatro valijas con 25 libros de “Entonces el libro” y una guía didáctica. Este material visita una escuela durante un mes y permite a los docentes trabajar temas como la discriminación, la identidad, la inmigración, la Segunda Guerra Mundial, la expresión, y con regularidad, las consecuencias de la última dictadura militar en Argentina. Para que los docentes reciban la valija, sólo tienen que contactarse con Alex, que la lleva a la terminal y la envía a la escuela gratis, gracias al aporte de las campañas.
Alex reconoce que está maravillada “con la vocación de los docentes y cómo le sacan el jugo al tiempo que tienen con el libro”. Aunque recopila decenas de anécdotas sobre cómo impacta el libro en las comunidades educativas, hay dos que destaca regularmente y que forman parte de su campaña en Ideame, donde reúne dinero para realizar un año más el proyecto y, por primera vez, ofrecer viajar a cinco escuelas públicas cordobesas a dar una charla.
“En Bell Ville, en la Escuela Municipal para Discapacitados Auditivos León Luis Pellegrino, la docente que reservó la valija estuvo afligida porque había pocos alumnos en su aula, y había 25 copias del libro en la valija. Así que se organizó para prestar el libro a miembros de la comunidad. No solamente eso, hizo posible un encuentro con el libro, sus alumnos y un hogar de día para gente mayor, donde todos juntos experimentaron el libro y la historia. Hasta un lector entusiasmado compró una copia del libro para la Biblioteca Popular Ramón J. Cárcano”, relata la autora.
Otro interesante caso se dio en un IPEM en Malagueño, allí “la profesora de inglés reservó la valija. Al llevarla a su escuela, se entusiasmó el equipo docente entero del 4to y 5o año, y se usó el libro en varias materias simultáneamente: historia, inglés, geografía, física, teatro, y formación para la vida y el trabajo. Al final, hicieron un libro gigante, en conjunto, que también viajó por todos los hogares de los alumnos que participaron”.
Hasta el año pasado, “Entonces el libro” ha estado en las manos de 6 mil personas, entre chicos y grandes, a lo largo del país. “Las valijas van y vuelven, entran y salen de la terminal de Carlos Paz”, cuenta Alex en una conferencia TED, “una y otra vez, en los registros que acompañan las bibliotecas ambulantes y en los mensajes que me llegan de los docentes se puede leer que en el encuentro, hay transformación. Hay empatía”.