Inauguramos nuestra corresponsalía Transeúnte con una caminante que ama viajar. Tanto que después de más de medio día de viaje , llegó a Vriezenveen, un pequeño pueblo a unos 150 kilómetros al este de Amsterdam, Holanda para pasar unos días entre la nieve y los paisajes tan distintos a los nuestros. Silvia Rego hace una breve reseña sobre los festejos por Año Nuevo y muestra en sus fotografías, casi en tiempo real, lo que ocurre por esos lares.
Por Silvia Rego, desde Vriezenveen
Los pobladores de cada región holandesa tienen sus propias formas de festejar el último día del año viejo y el primero del que acaba de llegar. En el norte, los holandeses más valientes se dan el famoso “Chapuzón de Año Nuevo”, en el helado Mar del Norte. Este evento se organiza en varias playas, pero el más popular es el de la playa de Scheveningen, en La Haya.
En la zona rural de los Países Bajos, los agricultores holandeses sienten especial predilección por la pirotecnia. Llenan barriles con carburo y agua para luego taparlos y ponerlos a calentar, fabricando cañones caseros, llamados carbidkanon. Tradicionalmente, el 31 desde muy temprano los llevan en carros y tractores a zonas muy abiertas y los hacen explotar durante todo el día, intensificando los estruendos con la llegada del primer día del año nuevo. Así, lanzando petardos y tracas (petardos y cohetes colocados a lo largo de una cuerda, que van estallando uno detrás del otro), es como los habitantes de este país toman algo de calor, ya que las calles están heladas o nevadas para estas fechas. Pasada la medianoche, la gente sale a la calle para ver los fuegos artificiales y celebrar el año entrante .
Las luces de los hogares se apagan , “todas “, porque es una “noche de travesura” y dejar las luces encendidas hace a las casas un blanco fácil para la “tentación”. Así transcurre el comienzo del año nuevo, algunos en silencio y otros en las calles realizando las primeras travesuras del año, que pasan de generación en generación, tales como incendiar fardos, subir carros a lugares insólitos como el techo de una casa.
Y así como los argentinos nombramos el mantecol, la garrapiñada, para ellos la comida típica del año nuevo son los famosos Oilebollen que se deben probar sí o sí. Estos panes de aceite son grandes bolas fritas redondas, cubiertas de azúcar, de varios sabores, parecidas a nuestros buñuelos aunque con un sabor distinto pues suelen estar rellenas de pasas, y se preparan para esta fiesta en las casas.
Muchas personas se pasan el resto del 1 de enero en silencio, a menudo en compañía de familiares o amigos cercanos. Otras, preparan excursiones o salen a andar en bicicleta por el campo, u organizan una recepción de Año Nuevo con una comida en reunión.