En un recorrido que ya tiene unos 50 talleres visitados, tres jóvenes se propusieron la misión de filmar en una carrera contra el tiempo y la extinción, los últimos trabajos de los imprenteros, hombres y mujeres que viven de una pasión que alguna vez fue inagotable.
Por Álvaro Vildoza
Imágenes: gentileza de los entrevistados
En 2002, un fanático de las tipografías conoció a un hijo de imprenteros en el curso de ingreso de la UBA. Se prometieron alguna vez hacer un proyecto juntos y cada uno hizo su camino, Nicolás estudió Diseño en Imagen y Sonido, y Pablo, Diseño Gráfico. Más tarde se les sumó Agustina Eyzaguirre en la producción para, 12 años después, enfrentar el desafío de filmar Los Ultimos, una película documental que se interroga por el presente y el futuro de uno de los oficios más gloriosos y protagónicos de la Historia desde la invención de Gutenberg.
“Crecí en una familia de imprenteros. De chico pasaba todos los veranos en el taller, donde la diversión era imitar el trabajo de “los grandes”, tan peligroso como misterioso. Y con el tiempo esa curiosidad me llevó a aprender cada secreto del oficio. Muchos años después conocí a Pablo en la universidad, que obsesionado con la impresión tipográfica, había empezado a recorrer el país en busca de viejas imprentas donde conseguir máquinas y tipografías antiguas para su colección. La pasión compartida nos llevó a realizar juntos esas recorridas” cuenta Nicolás Rodríguez Fuchs, uno de los directores de la película.
La amistad los llevó a pasar cualquier tiempo libre y las vacaciones buscando imprentas en Capital Federal, en pueblos y pueblitos de la provincia de Buenos Aires, y en Córdoba. Pablo Pivetta ya no estaba solo en sus recorridos para encontrar tipografías y luego, el interés cambió y dejó de ser una mera búsqueda de piezas para ser una invitación a dejarse invadir por los relatos de los propios trabajadores: “Eran historias mínimas, cotidianas, contadas por los imprenteros que llevaban una vida entera en esos lugares. Las historias reflejan el paso del tiempo, pero hay algo común a todas: todos coincidían en que el cierre definitivo estaba próximo”.
Ante aquella situación, los chicos empezaron a pensar que el documental tendría un tono nostálgico que reflejaría la extinción del oficio. Descubrieron, sin embargo, lugares que empezaron a trabajar con la técnica recientemente, reciclándola y produciendo cosas diferentes: “Así nos dimos cuenta que lo que estamos documentando es esta transformación, y la pregunta es dónde deparará”.
En la búsqueda se toparon con paredes llenas de letras sucias, con restos de lo que fueron grandes talleres, y también con frases como ““Esto es una mugre”, “¿Qué vienen a filmar acá?” de la boca de imprenteros que no llegaban a comprender esta “aventura quijotesca”, como les gusta llamar a su proyecto. Muchos de los trabajadores enfrentan su jornada laboral en soledad por lo que las visitas no eran muy bien recibidas. A pesar de todo, en el camino hubo otros casos: “También hay gente muy piola, Federico (Prensa La Libertad) y Carolina (Ex Industria Nacional) nos recibieron muy bien. Ellos son la nueva generación de este oficio. Vicente (Imprenta Mercurio) es un genio, nos abrió sus puertas y nos permitió pasar el día a día con ellos, como si fuéramos parte del taller”. En los rodajes, Nicolás recuerda su niñez, cuando las bromas a mitad del día en el taller eran comunes.
Los Ultimos nació con apoyo del público, aún cuando las tomas recién empezaban a grabarse. Es que el financiamiento para el rodaje se obtuvo en gran parte gracias a campañas de crowdfunding (financiamiento colectivo), en las que cientos de personas en Argentina y en el mundo elegían cuánto dinero aportar al proyecto. Para sorpresa del equipo, la repercusión fue muy buena y los resultados fueron una ayuda importante para viajar a las imprentas; el resto sale de los bolsillos de los chicos. “Lo hacemos a pulmón. Empezamos con una cámara que nos prestó un amigo, un micrófono de otro y más adelante pudimos armarnos de un equipito básico porque muchas de las cosas que van surgiendo no se pueden planificar con mucha antelación”.
Los viajes y el proceso de rodaje son relatados por los realizadores en un blog. Allí pueden leerse las historias de los imprenteros, las anécdotas del equipo y las sorpresas con las que fueron encontrándose. En Cruz del Eje, Córdoba, vive Carlos Ubelino Castro Cuello, impresor del “Periódico La Idea”, uno de los últimos hechos íntegramente con tipografías por una sola persona. El equipo de Los Ultimos viajó hasta allí el día del trabajador, llevándole a Carlos paquetes de tipografías móviles y tinta nueva obtenidos en una campaña en Idea.me. La reacción fue insólita y en el día de grabación se contaron historias repetidas y otras nuevas, un éxito.
El apuro por terminar la película y proyectarla se agiganta con cada taller que baja definitivamente sus persianas. Tres de los talleres que Nicolás y Pablo visitaron en más de un año, cerraron hace poco. De hecho, uno de ellos, en Wilde, tenía un enorme galpón lleno de letras bajo capas de tierra y revoque del techo que se caía de a poco: “Una suerte de museo abandonado, que la gente que trabajaba ahí no podía apreciar”, definen los directores. El guión va cambiando como mutan las historias, llevadas de un lugar a otro por los protagonistas, que aportan datos para próximas visitas a otras imprentas, y la idea de los realizadores es presentar la película en convocatorias, festivales y concursos.
“Además de triunfar en Cannes, la idea inicial es dejar un registro de estos talleres que dentro de pocos años van a desaparecer por completo. Hoy nuestra intención es que no sea solo una película para diseñadores y fanáticos de la tipografía, sino que haya más gente que se interese y conozca este oficio”.
¡Desde Transeúntes estaremos atentos al lanzamiento de la película y acompañaremos la difusión! Les presentamos a los hacedores del film: