Pastafrolas, alfajores de maicena, tartas dulces y madalenas se exhiben en uno los stands de la Feria del Parque San Martín, en la ciudad de La Plata, donde conviven con la historia de un matrimonio lleno de viajes, cocina, esfuerzo y emprendedurismo.
Por Bárbara Dibene
Fotos ofrecidas por los entrevistados
Al lado de una enorme variedad de cosas dulces, un cartel cuenta: “Detrás de los alfajores, una historia de amor”. Los protagonistas son Jorge e Irma, una pareja que se formó hace más de 20 años y se mantuvo unida gracias a la creatividad y el trabajo. “Cuando conocí a Irma, ella vivía en Formosa y estaba recién recibida de docente. Yo navegaba en un barco de la Armada Argentina como cabo, y vivía en Buenos Aires”, recuerda Jorge, que en aquel entonces tuvo que ingeniárselas para viajar a ver a su enamorada. “Iba con el pasaje de ida y durante el fin de semana elaborábamos y vendíamos alfajores para pagar el pasaje de vuelta a Buenos Aires. A mí me tocaba hornear y ella tenía un horno de barro, ¡sumá el calor del norte e imaginate cómo era! Entonces la convencí y le compré un horno pastelero y fue así que empezamos a multiplicar las ventas”.
En el ’96 se casaron y estuvieron viviendo un tiempo en el norte. Tres años después se instalaron en Buenos Aires, luego de que él obtuviera un puesto en la Escuela Naval Militar Río Santiago; compraron su terreno y construyeron su casa con mucho esfuerzo.
“En el 2002 me trasladaron al rompehielos ARA Almirante Irízar y con la diferencia económica del viaje pude comprar un mejor horno y más bandejas para producir, aumentando la capacidad de producción de lo que hasta entonces era solamente un refuerzo a la economía familiar”. A los pocos años, Jorge e Irma comenzaron a desarrollar un proyecto social en el barrio y lo sostuvieron gracias a la venta de alfajores, pastafrolas y pastelitos a una empresa de viandas que los daba como postre.
El mundo de las ferias
Al principio les costó participar porque al no tener la habilitación necesaria carecían de oportunidades para participar de ferias de productores. Pero eso no los desanimó y decidieron a ponerse en regla: “No resultó ser tan sencillo, al menos para nosotros, ya que no teníamos local y nuestra casa no tenía planos. Una vez más, auto financiamos el proyecto y pudimos hacer los planos y habilitar un espacio en nuestra casa. Todo esto nos llevo casi dos años, pero en el 2013 pudimos habilitar el local e iniciar la habilitación de los productos. Una vez que obtuvimos esto pudimos ingresar en el circuito de ferias de la economía social y de microempresas”.
Empezaron entonces a participar de espacios como Tecnópolis, la Fiesta del Pan Dulce, la Fiesta del Chocolate, la Fiesta del dulce de leche en Cañuelas, y Verano de Emociones en Ezeiza. Actualmente los podemos encontrar en Plaza Azcuénaga, Parque Alberti, Plaza Malvinas y Parque San Martín. “Esto nos permite, a muy bajo costo, que la gente conozca nuestro principal producto: el alfajor de maicena. Y creeme que está dando resultado. Que te reconozcan o que vean la presentación del stand y te digan ‘¿ustedes también están en tal Plaza?’ es muy gratificante”.
Respecto al nombre que decidieron utilizar, “El triunfo: logros deliciosos”, tiene que ver con su vivencia al conseguir la habilitación y poder mantener el proyecto, también es el nombre de su barrio.
Hoy por hoy la pareja se propuso ayudar a otras familias a ingresar como emprendedores, facilitándoles todo para armar el stand y desarrollar sus propios productos. Hasta el momento son: Irma y Carla alfajores, pastafrolas y tartas; Luis y Sergio, cremonas y bizcochitos; Diana y Vicente, chipás y panes rellenos; Jazmín, bizcochuelos y madalenas; Cinthia, chocolatería; Cristian y Aleida, chocolatería y licuados; Jorge, parrillas y accesorios para el asador.
“Nuestros planes para el presente son decirle a la mayor cantidad de emprendedores que se puede, que sigan adelante y que traten de involucrarse ya que algún día pueden ser ellos mismos los que ayuden a otros a crecer. Nosotros somos prueba de eso y siendo tan poca cosa ayudamos a más de quince personas a crecer y desarrollarse económicamente. Este año vamos a habilitar un taller de herrería ¡pero esa es otra historia!”.
El futuro
“El año pasado un amigo nos armó un proyecto que resultó favorecido para un préstamo del Ministerio de Industria Capital Semilla, al que le sumamos otro préstamo del Banco Provincia y pudimos comprar un horno rotativo de 15 bandejas. Actualmente estamos mejorando las instalaciones para seguir creciendo y ser el alfajor que la gente reconozca como ‘el de La Plata’. La falta de recursos es lo que nos demora pero estamos cerca. Ya tenemos el vehículo para el reparto también habilitado y dos negocios que venden nuestros alfajores. Una vez escuche o leí en algún lugar: El pasado ya no está. El futuro es incierto. Lo único que queda es el presente”.