Lorena Szekely es la directora de una obra en la que el olvido de las palabras y el acoso de la sed vuelven dóciles a las personas. ¿Pero qué pasaría si empezaran a recordar y encontraran una salida para el problema? De a poco, los personajes lo van a descubrir.
Por Rosana Aguila
En Sed, la construcción de un universo a partir de tópicos propios de la ciencia ficción pone en juego un efecto de distanciamiento que provoca la progresión del conflicto central hasta llevarlo a un primer plano. Hombres y mujeres son controlados en cuerpo y mente por un sistema virtual a fuerza de repetir discursos vacíos de contenido; con la falta de agua y la abolición de un lenguaje compartido que permita expresar cualquier clase de emoción, los momentos cotidianos se ven impregnados de una calma fingida y el dominio es total.
En las primeras escenas las palabras que se pronuncian equivalen a las gotas de agua que cada personaje cuida como el bien más preciado. Sus cuerpos se desplazan con cautela por un espacio acotado aunque mínimas acciones dejan entrever que no todo está bajo control. Pronto emerge la tensión entre lo permitido y lo prohibido.
La irrupción de una mujer que se presenta como guardiana de la memoria, portadora de objetos que evocan otros tiempos, tensa aún más la situación. La palabra Sed enunciada por ella se resignifica. La Sed –en sentido literal y metafórico- puede ser la llave que abrirá las puertas a nuevos mundos. Sensaciones adormecidas surgen para resquebrajar el orden establecido.
El espacio está delineado por una escenografía tan austera como sugerente y funcional al desarrollo del relato. Una puesta de luces precisa, combinada con música y sonidos inquietantes y un cuidadoso diseño de vestuario, todo confluye para que el espectador pueda sumergirse en la historia de los protagonistas.
Los actores logran apropiarse de ese territorio desierto cuando los personajes que encarnan vislumbran la posibilidad de una salida. Para eso deberán asumir el desafío de redescubrirse, saber quiénes son a riesgo de perder la propia vida.
En la conquista por la libertad será indispensable dar batalla para recuperar las palabras perdidas, olvidadas. Volver a nombrar para construir la memoria individual y colectiva y así recobrar la propia identidad. Los movimientos se modifican, las acciones se potencian. Ahora saben que es preciso el encuentro para lograr cualquier objetivo que se propongan, nada sirve si se hace en solitario.
Elenco
Negrita es Cecilia Dellatorre/ Tato es Jorge Lifschitz/ Osa es Martin Papanicolau/ León es Andrés Portaluppi/ Jota es Mercedes Spangenberg
Ficha Técnica
Dramaturgia: Luz Pearson/ Asistente de dirección: Gabriel Gómez/ Dirección: Lorena Székely/ Diseño de Vestuario: Mercedes Piñero/ Diseño Gráfico: Martín Papanicolau/ Diseño de Iluminación: Jorge Merzari/ Diseño de Sonido y Música: Matías Medina Silva/ Realización de escenografía: Martín Papanicolau y Facundo Necchi/ Fotografía: Malena Figó/ Prensa: Mas Prensa
Dónde y cuándo
Teatro La Tertulia, Gallo 826 CABA/Viernes 20.30 horas