Tras la expulsión y readmisión del becario Alfredo Curtis, se polariza el debate entre los estudiantes.
Por Bárbara Dibene
Los compañeros Autoconvocados del Albergue Universitario de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), organizados con el objetivo de lograr una participación más activa dentro de ese espacio, continúan con sus reclamos y convocan a una movilización coordinada por la Federación Universitaria de La Plata (FULP) el jueves 5 de Julio en el Rectorado.
Estudiantes Autoconvocados surge a partir de la sanción recibida por Alfredo Curtis el 9 de mayo, a quien se responsabiliza de roturas de una cerradura para ingresar a un baño, supuestas faltas sin previo al comedor del albergue, cuyo sistema se controla a través de tarjetas electrónicas, y encender una fogata cuando se le había prohibido hacerlo.
Carolina Harkes, estudiante de la facultad de Periodismo y Comunicación Social y referente del grupo, comentó a Transeúntes que luego de la expulsión de Curtis “no hubo muestra de solidaridad ni de diálogo por parte de la dirección del Albergue” y en cuanto a los compañeros de vivienda “muchos se acercaron preocupados, pero se negaron a participar del repudio por miedo a perder la beca”.
Las denuncias de la organización son “la violación de los derechos humanos hacia los habitantes y trabajadores del albergue, violación a la intimidad, prohibición del derecho al trabajo, a la libre expresión y participación, persecución política e ideológica, prácticas disciplinadas atrasadas como el control normativo excesivo, utilizado para generar miedo en los estudiantes”, así lo expresan en una carta que circula en los medios desde principios de junio.
Estos puntos fueron retomados en la conferencia de prensa que llevaron adelante el 13 de Junio en la entrada del Rectorado, en la que exigieron la nulidad del reglamento actual vigente y la reformulación de los reglamentos el Albergue, la apertura de la guardia edilicia, blanqueo de la situación de cada compañero con respecto a las sanciones disciplinarias, renuncia de los directivos y el equipo tutorial implicados en las sanciones, las persecuciones y las amenazas dentro del Albergue y que se retiren las cámaras de seguridad de las facultades de la UNLP.
En diálogo con Transeúntes, Patricio Lemos, estudiante de Ciencias Exactas que dejó el Albergue el año pasado, presentó una visión diferente a esta situación. “Yo me fui conforme con la dirección del lugar, siempre se prestaron a la charla y nos abrían las puertas para todo tipo de inquietud o queja. Nunca pasó lo de persecución ideológica, racismo, violación a la privacidad y derechos humanos. Si hubiera sido así, tendríamos como mínimo 50 personas quejándose y no dos o tres becarios disconformes”.
Fue Alfredo Curtis quien declaró en los medios locales que dentro del Albergue está prohibido hablar de política y que por eso lo perseguían por algo que no había hecho, aunque contra él pesaran tres sanciones anteriores por ir en contra de las pautas de convivencia.
Gastón Reynoso, estudiante de la facultad de Derecho que actualmente vive en el Albergue, confirmó las palabras de su ex compañero Patricio Lemos respecto a que no existe violación de derechos humanos y que la beca es una oportunidad enorme, “vivimos muy bien, no tenemos la necesidad de trabajar y sólo nos piden rendimiento académico”.
En cuanto a la sanción impuesta a Alfredo Curtis, Reynoso afirmó fue justificada ya que no respetaba las normas y no aprovechó lo que el sistema le brindaba.
Opiniones cruzadas
La Universidad Nacional de La Plata invierte cerca de 500 mil pesos anuales para solventar el alojamiento de los estudiantes, que además de vivienda tienen asegurado una beca completa de alimentación, que incluye las cuatro comidas (desayuno, almuerzo, merienda y cena) en el Comedor Universitario. El Albergue cuenta con cinco edificios de cuatro plantas cada uno, y cada piso posee 11 dormitorios para dos personas, sanitarios y lavaderos.
El reglamento fue aprobado por unanimidad en la Comisión de Bienestar Universitario del Consejo Superior y en su elaboración participaron los estudiantes. Uno de los puntos incluidos en él es que el beneficio se otorgará a alumnos ingresantes o regulares “que carezcan de medios económicos suficientes, tengan un buen nivel académico y regularidad en sus estudios”, y que se mantendrá cumplimentando las normas y acreditando el 14% de la carrera por año.
Para Lemos no hay mucho que mejorar, afirma que la UNLP brinda a sus alumnos todas las herramientas para que estos se concentren sólo en estudiar y finalizar su carrera, y que los directivos están para mantener el orden.
Desde la FULP, Emiliano Rimoldide dijo que “por lo que nos cuentan algunos estudiantes del Albergue, los aciertos de sus directivos son muy pocos. Los chicos viven denunciando falencias de la institución y que no los dejan organizarse ni tener asambleas”. La Federación va más allá en las denuncias y afirma que, por ejemplo, la Guardia Edilicia no tiene que ver con el cuidado de la comunidad educativa, sino con “la persecución de estudiantes y organizaciones políticas”, por lo que presentaron ante el Consejo Superior copias de las actas de Guardia Edilicia como prueba.
Tanto la FULP como los Estudiantes Autoconvocados del Albergue Universitario proponen la democratización del Albergue, una participación activa en las discusiones que allí se toman y la reforma del reglamento.
Carolina Harkes declaró que los Autoconvocados entienden que cada compañero tiene la decisión de elegir y que ellos no buscan representar a nadie, pero mencionó también que “muchos de los compañeros que optan por no luchar lo hacen porque tienen miedo, porque le temen a la política o porque la interpretan como un lugar donde uno se sumerge por poder”.
Sin embargo, uno de los compañeros del albergue, Rogelio Domínguez, manifestó que cuando se realizan asambleas desde Estudiantes Autoconvocados se menosprecia la opinión de aquellos que están a favor de la gestión del Albergue, “ellos proponen cosas absurdas para cambiar el reglamento y no les importa lo que pensamos”.
Domínguez afirmó que el Albergue es como un hogar, donde la convivencia entre becarios es lo más importante. Esta apreciación se repite en varios casos a los que Transeúntes tuvo acceso, como Florencia Godoy quien rescata los cambios positivos que se han dado a lo largo de estos dos años y que han mejorado la calidad de vida del becario en cuanto a alimentación, y de Ramiro Scance quien resaltó la contención recibida por parte de las autoridades, “son nuestros amigos, no nuestros carcelarios, jamás nos trataron mal, siempre buscaron nuestro bienestar”.