Durante febrero, La Rioja es carnaval y los barrios se perfuman de albahaca para recibir a propios y visitantes en una celebración que identifica y destaca a la provincia. Este año, además, se aplicará por primera vez la ley de cupo
Por Bárbara Dibene
Fotos: Álvaro Vildoza
Febrero en La Rioja tiene un sello propio: el carnaval. Durante todo el mes, las chayas se disfrutan en los distintos barrios, junto con otras actividades culturales, y la alegría de la música se contagia en las calles. La tradición llega así de punta a punta en la provincia, con la leyenda del Pujllay como motor, y la presencia de elementos característicos como la harina, representando la cosecha; el agua, como símbolo de la vida; y la albahaca, que para esta época se encuentra florecida y se convierte en adorno entre la oreja y el cabello.
Es así que en medio del calor característico de una tierra que fue una vez de los diaguitas, los riojanos -y los visitantes que tienen la suerte de disfrutar de este momento de hermandad- repiten el ancestral ritual de agradecimiento a la Madre Tierra. También dejan atrás las penas y el trabajo duro del año, y comparten sin distinción de clases el pan -o más bien las empanadas- y el vino. Uno de los momentos más divertidos son los topamientos, ‘enfrentamientos’ amistosos entre hombres y mujeres, donde ambos grupos avanzan hasta el centro y terminan totalmente enharinados y mojados.
“La Chaya, para conocerla, hay que estar”, aseguró con convicción Ricardo Quintela, gobernador de La Rioja, en el marco del lanzamiento de la celebración en el Centro Cultural Kirchner, en la ciudad de Buenos Aires, que se realizó la última semana de enero. “Queremos que la gente vaya y disfrute. Que viva la solidaridad y hospitalidad de nuestra gente, y que se difunda nuestra cultura”, dijo ante los aplausos de decenas de periodistas y operadores turísticos.
En ese sentido, el ministro de Turismo y Culturas, Gustavo Luna, recalcó que “la región donde se realizan los festejos es un tesoro escondido del turismo argentino, y por eso es bueno para toda la actividad que se conozca su identidad, su valor cultural y su riqueza paisajística”.
Sobre la misma idea hizo hincapié la secretaria de Cultura Patricia Herrera, quien destacó que el turismo cultural es una inversión muy importante, que existe una “poética particular” alrededor de la celebración de la Chaya y que “la fiesta la hacen nuestros músicos y músicas”.
Es sobre este último punto que la “Fiesta Nacional de la Chaya 2020” y el programa “Provincia que Late Chaya” se va a destacar, ya que este año quedará asegurada la presencia de un mínimo del 30 por ciento de artistas mujeres en los escenarios gracias a la reglamentación en la ciudad capital de la Ley nacional 27.539, que establece el cupo femenino y acceso de artistas mujeres a eventos musicales. Por el momento se trata de un reglamento interno, pero en marzo se le dará curso institucional para que adquiera estatus de ordenanza. Asimismo, el Gobierno ya manifestó su intención de que la medida se cumpla en todos los eventos auspiciados por la Provincia.
“En octubre hubo una reunión con el Colectivo de Mujeres Músicas Riojanas para acompañar a la organización, que comenzaba a gestarse, siempre respetando su identidad. Hoy, son ellas las que generan agenda propia”, profundizó Herrera en diálogo con Transeúntes. Asimismo, adelantó que el Gobierno trabajará sobre un registro de artistas mujeres y sobre la Ley provincial del Disco 7.047 -que apoya la grabación y distribución de composiciones musicales de autores y/o compositores riojanos- para que acompañe estos cambios.
El colectivo, en tanto, se encuentra muy activo y a pura emoción, ya que tuvo su primera participación en el Febrero Chayero, un evento que lleva adelante la municipalidad capitalina. “Somos muchas las mujeres instrumentistas, compositoras y cantantes de altísima calidad que estamos trabajando colectivamente en la defensa de un derecho laboral y cultural”, expresaron a través de su cuenta oficial de Facebook, donde dan a conocer todas sus actividades.
Y explicaron sobre el surgimiento de la ley, que tras dos años de investigación, se observó “la enorme desigualdad en los escenarios a nivel nacional, provincial y municipal”, por lo que la legislación, con sus requerimientos, “fomenta lo femenino en la música, una mirada diferente a lo dicho por aquellos que en más de 50 años de festivales (en todos los géneros musicales) siempre han sido los privilegiados”.
El movimiento desde adentro y la visión de una joven artista
Belén Perea es riojana, cantora y actualmente integra el grupo Sarañawi, ojos de maíz, con el que participará del Festival de la Chaya. “Tenemos canciones que hablan de la mujer con toda su savia luchadora. Yo canto por las que están y por las que no están, porque los lugares que habitamos estén libres de violencias. Celebramos el 30% como un logro, pero vamos por la paridad”, explicó sobre su presente artístico y su visión sobre la reglamentación de la ley de cupo.
Perea es parte del Colectivo, del que decidió participar “por una convicción, por una necesidad de igualdad y de conquista de logros colectivos” y apoyar la idea “de que la transformación del mundo es posible, desde estos pequeños pasos”. En ese sentido, consideró: “Vamos cosechando logros institucionales, pero tiene que haber una conquista en lo simbólico, esta es la tarea que nos ocupa día a día. Apostar a un feminismo que sirva para cuestionarnos las prácticas diarias”.
Finalmente, con febrero naciente, la joven artista define lo que para ella es el carnaval: “Es un espacio de encuentro con todo lo que se trajo adentro durante el año y un encuentro con todos los seres que habitan y que nos habitan en ese momento. Febrero es un mes de celebración, de conexión con la raíz más profunda de la raza, de vino y de agüita fresca . Y de amistad, de volver a mirarse a los ojos”.
¿Cuál es la historia que dio origen a la Chaya?
Cuenta la leyenda que Chaya era una muy bella jovencita india, que se enamoró perdidamente del Pujllay, joven alegre, pícaro y mujeriego que ignoró los requerimientos amorosos de la hermosa indiecita. Fue así como ella, al no ser debidamente correspondida, se internó en el monte a llorar sus penas y desventuras amorosas, desapareciendo en él para siempre. Desde entonces, suele retornar anualmente, hacia mediado del verano, del brazo de la Diosa Luna (Quilla), en forma de rocío o fina lluvia. En tanto Pujllay, sabiéndose culpable de la desaparición de la joven india, sintió remordimiento y procedió a buscarla por todo el monte infructuosamente. Tiempo después, enterado el joven del regreso de la joven a la tribu con la luna de febrero, volvió también al lugar para continuar la búsqueda. Pero fue inútil. Allí, la gente que festejaba la anhelada cosecha, y lo recibía con muecas de alegría; él, por su parte, entre la algarabía de los circunstantes, prosiguió la búsqueda y la indagación con profunda desesperación y resultados siempre negativos. Por ello, derrotado, terminó ahogando en chicha su soledad y su pasada fama de Don Juan. Hasta que estuvo muy ebrio, cayó en un fogón y murió quemado. Desde ese entonces, “Chaya” viene en febrero año a año a apagar el fuego de “Pujllay”; y cada año aparece el Pujllay y muere al terminar el festejo, y se lo entierra hasta el año que viene.
Fuente: https://www.cultura.gob.ar/